'El pasado la persigue' Terelu Campos revela la noticia que nadie imaginaba en directo
No recuerdo cuándo fue la última vez que celebré San Valentín con mi pareja. Hoy en día, no me interesa en absoluto este día. Este 14 de febrero me desperté en casa con mi amiga Paloma.
Estábamos juntas porque todos los lunes vemos juntas 'La isla de las tentaciones'. Al día siguiente, su marido me dice que me prepare porque ha reservado una comida para cinco personas, entre ellas mi hija, para celebrar San Valentín.
Artículo escrito por www.lecturas.com
Fuimos a comer a un restaurante nuevo de Madrid que está en la calle Augusto Figueroa. Al entrar nos sientan casi al final de sala y, de repente, viene a saludarme (no sé si decir ‘mi amiga’) Arantxa de Benito. Me alegré de ello, aunque quiero darle un tirón de orejas porque hace meses que la llamé y la escribí por un tema de su empresa y nunca tuve respuesta. Nunca entendí por qué. Me dio pena porque las dos hemos pasado momentos muy bonitos juntas.
Volviendo al día de los enamorados. En un momento de la comida me salgo a la calle a fumar y me pasó algo que jamás pensé que me pudiera ocurrir. Os pongo en antecedentes. Hace muchos años, antes de conocer al padre de mi hija, tuve una relación con un hombre asturiano llamado Juan.
Le conocí en el año 1996, cuando me fui a pasar un fin de año a Nueva York con Belén Rodríguez y mi amigo Rafa Lorenzo, quien trabajó como guionista durante muchos años con mi madre.Nunca olvidaré el frío que hacía. Aquella nochevieja fuimos a cenar a casa de Juan, que era amigo de Rafa, y después nos llevaron a la fiesta del peluquero de Cindy Crawford.
En un momento dado, nos agobiamos y decidimos volver al hotel. Un trayecto en el que Juan nos acompañó y nos contó que estudiaba Dirección de cine. Imaginad cómo estaba el camino, lleno de placas de hielo, que hasta tuvimos que pagar 20 dólares para que nos dejaran entrar en algún local a entrar en calor.
Tiempo después, Juan y yo comenzamos una relación. En esa época, yo trabajaba con mi madre en Telecinco. Los viernes me cogía un avión hacia EE UU y regresaba a Madrid el lunes a las 7 de la mañana. Hice eso varios meses de mi vida. En total, fui unas cinco veces. En esos trayectos, algunos pilotos me invitaron a ver los deshielos de Alaska y hasta aterrizar en cabina en el aeropuerto JFK de Nueva York.
La ida y vuelta en avión me costaba 87.000 pesetas de las de entonces. Juan fue especial en mi vida. Me descubrió un mundo en algunos aspectos que yo no conocía. La última vez que nos vimos tuve una discusión con él en su casa, cogí mi maleta, bajé en un ascensor lleno de grafitis, me metí en un taxi y me fui al aeropuerto sola.
Artículo escrito por www.lecturas.com